jueves, 2 de septiembre de 2010

Todo se derrumba

Aprovecho el título de la primera novela (1958) del escritor nigeriano Chinua Achebe para plasmar el sentimiento que queda cuando uno pasea por la media montaña asturiana y se encuentra con gran cantidad de edificaciones (cuadras, cabañas) que se han venido abajo por falta de mantenimiento. El sábado encontré varias en las inmediaciones de Praullungu (Sobrescobio).

En Somiedo hasta tienen un nombre específico: murueca, como ésta de la braña de Murias

Produce tristeza ver estas edificaciones que sirvieron de cobijo a vacas y ganaderos en aquellos tiempos tan duros, de supervivencia, que hoy ni siquiera imaginamos.

Como en la novela de Achebe, parece un indicador claro del tiempo en que vivimos: el fin de una cultura de convivencia entre el hombre y el medio que le rodea para pasar a otra cultura de explotación de los recursos sin reparar en las heridas que causa en el entorno natural: por todos lados restos de plásticos negros abandonados y por las sebes y portillas, ataduras plásticas de color naranja de las alpacas de yerba. Aún se acordaba ayer Alfredo, un vecino ya jubilado, cuando llegó con la primera segadora al pueblo hace cuarenta años y yo le iba a ayudar con un angazu para apartar la yerba recién segada y evitar que se atascase la máquina. Ya no se oye cabruñar al amanecer ni se ve por los caminos a los paisanos con la guadaña y los fierros al hombro y el gaxapu, con la piedra de afilar, en la cintura.

1 comentario:

  1. Y por delante de casa ya no volverá a pasar Periquín a lomos de su burro y con el zurrón a la espalda.
    El tiempo pasa para todos y nosotros también pasaremos aser un recuerdo para otros.

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