miércoles, 14 de septiembre de 2011

Médicos y numerus clausus


Es un clásico de los veranos el tema de la limitación de acceso o numerus clausus a los estudios de Medicina, que para el inicio de este curso en Oviedo ha sido de 140 plazas.

Hace 25 años el límite de plazas era de 266, como se ve en la foto, casi el doble que el actual.

Se ha argumentado que el límite se debía a la necesidad de formar con calidad a los futuros médicos (¿nuestros médicos actuales (45-65 años) no recibieron una formación de calidad?) y en algún caso se reconocía que lo que guiaba este límite eran las necesidades futuras de médicos en la región (¿todos los licenciados en Oviedo se quedan en la región trabajando de médicos?). Hace años la presidenta del Colegio de médicos argumentaba en la prensa que si se aumentaba el número de médicos volvería el paro a la profesión ¿en otras profesiones puede haber paro y en medicina no?. Ya sabemos que es caro formar un médico, pero formamos licenciados e ingenieros de todo tipo, que también cuesta dinero a la sociedad, sin preocuparmos de su rendimiento futuro.

Aquí se recoge la noticia de que la introducción del númerus clausus en 1978 ha provocado una carencia de licenciados para especializar, lo que ha ocasionado que alumnos españoles no puedan cursar medicina en las universidades públicas y después acudan a especializarse en España numerosos licenciados extranjeros, en algunos casos con titulaciones de universidades poco homologables, con notas infladas, cerrando el paso a nuestros licenciados, tanto a la especialización como al mismo ejercicio de la medicina.

Lo que subyace de la limitación de acceso es un grupo de presión (o lobby) que tiene la sartén por el mango: los propios médicos controlan y limitan el acceso a su profesión por lo que a escasez de oferta los precios suben, y así estamos también debatiendo estos días en Asturias sobre la eliminación de la exclusividad obligatoria, en vigor para los médicos que se hayan incorporado al sistema público desde 2003 y jefes de servicio. Desde aquí nos posicionamos por un aumento del número de médicos y por la continuidad de la exclusividad: el que quiera ejercer en la sanidad privada que se vaya y se dedique en exclusiva a ello; si es tan buen profesional allí le retribuirán acorde a su valía, seguro que mejor que la pública como ocurre en la mayoría de los países, pero no a que se beneficie de la experiencia, formación, condiciones livianas de trabajo y medios que le proporciona la medicina pública para en sus “ratos libres” trabajar en la privada, con jugosas retribuciones.

Sólo salvaría la compatibilidad entre la docencia y el ejercicio profesional de los especialistas reconocidos, porque la sanidad pública debe aspirar a tener a los mejores, pero me parece exagerado que un jefe de servicio en el HUCA y profesor titular o catedrático en Medicina tenga tanto tiempo para, además, mantener una actividad continuada en la sanidad privada sin que sus facultades se vean menoscabadas y los pacientes paguen sus distracciones por el cansancio que, bien seguro, les produce tanta actividad ( 7 horas en la pública + 5 en la privada + desplazamientos, + comer, + dormir, + vivir ...).

Como Tip y Coll, la semana que viene hablaremos de “Médicos y corrupción: sobres privados en consultas públicas”

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