martes, 23 de agosto de 2011

Vivir


Aprovechando las vacaciones visité mis "posesiones" en el Valle. Esta vez el jefe de leñadores, en su versión de maestro albañil, no perdió la ocasión de subirse al tejado de la cuadra y poner en su sitio algunas tejas desplazadas por el viento. En general los prados y caminos van siendo tomados por la maleza, pues ya no los cuidamos como antaño y, cuando corto la yedra que está parasitando un árbol o las argomas y felechos que invaden el prado, siento la impotencia del esfuerzo de una persona aislada ante la fuerza de la naturaleza, que no tiene prisa ni le importa volver a empezar miles de veces, las que haga falta, para salir vencedora frente a la brevedad de la existencia de un ser humano.

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